martes, 28 de agosto de 2012

Terapia Cognitivo Conductual


Los niños con autismo no aprenden natural y espontáneamente en ambientes típicos como lo hacen los demás niños. Entonces, se intenta construirles comportamientos socialmente útiles, trabajando también para reducir los problemáticos.
El método ABA, que se basa en principios científicos del comportamiento, reside básicamente en la división de tareas -aún complejas y/o abstractas tales como el lenguaje comunicativo-, en una serie de pasos jerárquicos; cada uno de los cuales prepara el camino para el próximo.
Enseñando a través de esfuerzos separados, terapeutas y padres trabajan en forma combinada para crear un medio ambiente estructurado, con actividades planificadas y una forma coherente de aprendizaje.
El autismo es visto como una asignatura extraordinaria por los científicos. Desde que fuera enunciado hace 50 años por el psiquiatra norteamericano Leo Kanner, se ha constituido en uno de los principales enigmas de la ciencia médica.
Cuando el diagnóstico de autismo entra en una familia, es visto como una tragedia que cambiará sus vidas para siempre, una suerte de desgracia que sucede cuando nadie la está esperando.
El autismo es una desorganización neurológica de origen genético, cuyo desarrollo se perfila en los primeros años de vida y, como afirma Riviere, el proceso de reorganización subjetiva que tiene lugar entre los 9 y 18 meses, se ve limitado o impedido por estos factores biológicos. Es generalmente diagnosticado entre los 24 y los 36 meses de edad, aunque posiblemente su aparición comienza desde el momento del nacimiento.
El autismo es uno de los cinco trastornos profundos del desarrollo descriptos en el DSM-IV, junto con:
- Desorden desintegrativo de la niñez.
- Síndrome de Asperger.
- Síndrome de Rett.
- Otros trastornos profundos del desarrollo no especificados.
El síndrome autista se conoce por sus síntomas, pero hasta el momento no se ha podido descubrir una causa común originaria de éstos. El desorden autista cumplimenta las características en una tríada que implica:
- Déficits en el uso y/o desarrollo del lenguaje.
- Déficits en la interacción social recíproca.
- Actividades e intereses restrictivos y/o estereotipados.
Este síndrome se caracteriza por anormalidades en la interacción social, desarrollo del lenguaje dificultoso o alterado e intereses recíprocos y repetitivos (Sigstad, 2003).

Tratamientos para el autismo
Si bien estamos viviendo profundas transformaciones al respecto, aún existen médicos que se resisten al diagnóstico de autismo y prefieren referirse a “psicosis”, etiqueta que puede durar por mucho tiempo y confundir el tratamiento a seguir.
Después del diagnóstico, la búsqueda de asistencia comienza. Las familias sienten una entendible urgencia por obtener un tratamiento para su niño lo más rápido posible, y son pocas las obras sociales que están preparadas para la derivación de un niño con autismo a una institución para intervención temprana o tratamientos domiciliarios.
Cuando los padres buscan información sobre los tratamientos disponibles, recopilan una larga lista. Algunos, dicen, producen milagrosos resultados en una noche (o quizás menos) con muy poco esfuerzo o gasto. Otros reportan que benefician a la gran mayoría, si no a todas las personas con autismo. Por estas afirmaciones, un momento de reflexión puede ser todo lo que se necesite para saber cuáles de estos podrían ser reales y cuáles no.

Ciencia, pseudociencia y anticiencia
Cuando los padres buscan un tratamiento efectivo para el autismo, suelen recurrir a distintas fuentes. Las principales hoy en día son las provenientes de los médicos de cabecera, Internet (páginas web y listas de correos) y personas influyentes del entorno familiar. Estas pueden agruparse en tres categorías: ciencia, pseudociencia y anticiencia.
La ciencia se apoya en la observación directa objetiva y la medida del fenómeno; procedimientos para describir lo observado y comprobaciones realizadas por individuos que trabajan en forma independiente uno del otro.
La pseudociencia trata fenómenos que no tienen nada que ver con lo científico. Creencias que no están basadas en hechos objetivos son “disfrazadas” para hacerlas parecer científicas.
Anticiencia es el total rechazo de los métodos de la ciencia para producir conocimientos válidos. En la anticiencia extrema no hay datos objetivos. Anticiencia y pseudociencia se han extendido en el mundo occidental moderno.

Muchas terapias que están siendo promocionadas para el autismo son pseudo y aún anticientíficas. Se dice que producen éxitos rápidamente, cuestan mucho y, quien gasta dinero, tiende a pensar en la efectividad de su inversión. Está convencido de la misma y generalmente se convierte -por lo menos por un tiempo- en un promotor de la misma. Aquí algunos ejemplos que todos conocemos y que el Lic. Jorge Campo (2002) se encargó de clasificar:
Terapias hormonales.
- Inmunoterapia.- Terapia musical.- Antifúngica o antimicótica.- Entrenamiento vestíbulo-cerebelo.- Terapia de colores.- Entrenamiento neuromotor.- Oxigenadores cerebrales.
- Terapia de integración auditiva (Metodo Berard).- Entrenamiento escucha (Método Tomatis).
- Comunicación facilitada (Croosney).- Secretina Intravenosa.- Trepanación Craneal Electiva.
- Dieta de Feingold.- Terapia Ortomolecular.- Megavitaminas.-Aminoácidos cerebrales.
- Enzimoterapia.- Terapia antialérgica.- Terapia de Tacto (Touch Therapy).

LA PSICOLOGÍA DINÁMICA
El modelo médico, en el que los gérmenes, virus, lesiones y otros trastornos generan los síntomas del organismo de un ser humano normal, implicó un gran avance en el campo de la medicina del siglo XIX (Martin y Pear, 1998).
De acuerdo con este modelo, los problemas observados en salud (dolores, mareos, fiebre, etc.) devienen de síntomas causados por condiciones presentes, pero no observables. Según Gare y Pear (1998), el Dr. Freud -médico al fin- desarrolló una teoría (psicoanálisis) también conocida como el “modelo médico de explicar conductas anormales” y defendió que ya no era importante tratar la conducta manifiesta (síntoma) como sí la causa oculta, la que sólo desaparece mediante un ritual compulsivo.
Sin entrar a juzgar esta teoría, ni si es posible encontrar causas que originan las conductas, los expertos en modificación de conductas sostenemos que existe siempre una consecuencia (refuerzo o castigo) que hace que determinados comportamientos problemáticos se repitan con mayor frecuencia y persistan.
La hipótesis elaborada por Abraham e incorporada a la teoría dinámica por Freud, es que la persona pasa por distintas etapas y, si atraviesa bien todas, se convierte en un adulto normal, en tanto, según Alberto y Troutman (1990), surgen los problemas cuando el individuo se queda fijado en una de estas etapas.
Por mucho tiempo reinó en el mundo científico la teoría de que la causa del autismo eran las denominadas “madres freezer” (Bruno Bettelheim, 1967) y se denostó a las terapias de modificación de conductas, acusando a quienes las aplicaban de “destrozar la humanidad de los pacientes tratándolos como perros Pavlovianos”, comparando los estudios de la conducta con los procedimientos de la lobotomía (Bruno Bettelheim, 1967).

El Método ABA
ABA son las siglas de “Applied Behavioral Analysis” (Análisis Conductual Aplicado) o, indistintamente, Método de Modificación de Conductas. Tiene su origen cientifico en Thorndike, en los estudios que comenzaron en 1913 sobre aprendizaje por “causa y efecto” en los Estados Unidos, que continuó luego el filosofo ruso Iván Pavlov, en 1927 con sus famosos experimentos en perros. Otro antecedente lo encontramos en John B. Watson y el aprendizaje en niños y en Burrhus Frederic Skinner, quien realizó valiosas aportaciones de investigaciones individuales sobre “programas de reforzamiento” en la década de los ‘50 (1950-1954).

La razón por la cual la modificación de conducta no se utilizó anteriormente en niños con autismo es simple, como sostiene Rimblad (1998): el abrumador y dominante dogma de que los niños con autismo eran jóvenes normales que eludían el contacto humano debido a supuestos malos manejos psicológicos de parte de madres frías.
Ellos eran vistos como emocionalmente perturbados y con necesidad directa de psicoterapia y reaseguros, si es que se recuperaban. Las dos únicas opciones de tratamiento eran la psicoterapia y las drogas. La evidencia científica demostró que esta fórmula era y es inútil, contraproducente y en el último de los casos, muy perjudicial.
Los pioneros en la articulación de la terapia conductual en las personas con autismo fueron los propios padres, cansados de ser acusados de no haber tenido sentimientos afectuosos, de haber despreciado a sus hijos con autismo  y de ser sometidos a todo tipo de humillaciones. Ellos lograron demostrar que esos dichos carecían de evidencia científica y entonces se comenzó a sospechar del origen genético del trastorno.
En unos pocos años y en todo el mundo, la modificación de conducta se impuso a la psicoterapia como el tratamiento elegido para niños con autismo.
“La esperanza remplazó a la culpa y los padres -con energía- presionaron al Congreso a mediados de los años setenta, a fin de obligar que el sistema público de educación atendiera la educación de los niños con autismo. Anteriormente, en la mayoría de los Estados, eran excluidos por el hecho de considerárselo un tema de psiquiatría, no educacional” (Rimblad, 1998).
La modificación de conductas, señala Rimblad, fue inicialmente un rudo sistema, parecido más bien al entrenamiento de animales, a través del sistema de premios y castigos. Evolucionó en los últimos 25 años hacia un sistema pedagógico altamente refinado y efectivo.
Maurice (1996) especifica que el método reside básicamente en la división de tareas -aún complejas y/o abstractas tales como el lenguaje comunicativo-, en una serie de pasos jerárquicos; cada uno de los cuales prepara el camino para el próximo. Enseñando a través de esfuerzos separados, terapeutas y padres trabajan en forma combinada para crear un medio ambiente estructurado, con actividades planificadas y una forma coherente de aprendizaje. El niño es premiado por la superación de cada pequeño paso. Gradualmente los niños descubren no sólo las porciones separadas de lo que les es enseñado, sino la integración.
Lovaas (2000) afirma que el ABA emplea métodos que se basan en principios científicos del comportamiento: los niños con autismo no aprenden natural y espontáneamente en ambientes típicos, como lo hacen los demás niños. Entonces, se intenta construirles comportamientos socialmente útiles, trabajando también para reducir los problemáticos.

Lis Aragona (2003) ha expuesto que cada habilidad que el niño no tiene (como por ejemplo imitar, hablar, etc.) se divide en pequeños pasos. Cada paso es una unidad mensurable y especifica del comportamiento que se quiere conseguir. Se trabaja siempre con pequeños objetivos a lograr, para llegar a conseguir aquello que queremos que el niño aprenda.
“Me gustaría continuar entendiendo la situación de indefensión que pueden sentir los familiares de un niño con un problema de TGD, advirtiendo de que se pueden encontrar numerosos ‘cantos de sirena’ en su peregrinar en busca del tratamiento más adecuado. Lo que me atrevo a recomendar a aquellos con un problema de estas características, es que se conviertan en investigadores y que escruten cada terapia que se les proponga ‘con lupa’. Que se informen, que estudien y que se acerquen a cada terapia con ojos críticos. También al tratamiento ABA, por supuesto. A este primero, porque es el que más promete, pero también el que más exige”. José María San Román “Chema”, (2003).
La enorme evolución del método ABA, como sostienen Gare y Pear (1998), se ha expandido de tal forma en todo el mundo desarrollado como sus áreas de aplicación, y según Mariah Spanglet, la Modificación de Conductas es en todo el mundo, el más exitoso tratamiento del autismo por tres razones:
1. Ha demostrado ser efectivo en gran variedad de sitios, desde hospitales psiquiátricos, escuelas y en las actividades de la comunidad en general.
2. Se ha venido dando gradualmente un “desencanto” por los programas educativos existentes y sistemas tradicionales.
3. Ha demostrado, con el elemento más importante que caracteriza a la terapia conductual: la objetividad, la posibilidad de ser replicada, lo que le otorga confiabilidad y validez.
La tendencia en la modificación de conductas está dirigida hacia controles positivos de la conducta, pero debido a que muchos profesionales hacen mal uso de las técnicas, faltando a los códigos éticos y legales a los que tiene derecho el paciente, se tiene -a veces- un concepto distorsionado de la

Terapia Conductual.
El Método ABA realiza una evaluación comportamental, obteniendo una descripción del comportamiento problemático (Análisis Funcional de la Conducta). Sobre la más detallada descripción de esa conducta, se observan los posibles refuerzos que hacen que dicha conducta se repita -consecuente-, que están en el medio ambiente. Con el adecuado manejo de los mismos, se procede a realizar la intervención comportamental, que irá disminuyendo la frecuencia en que se produce la conducta problema, hasta desaparecer por completo. Las técnicas se aplican también para favorecer conductas positivas y otros aprendizajes.

En los últimos años la modificación de conducta ha tenido una aceptación y crecimiento gigantesco, en parte gracias al trabajo del Dr. Ivar Lovaas, investigador americano nacido en Noruega. Lovaas se encuentra desde el comienzo mismo de su trabajo, en el centro de esta orientación junto a miles de científicos en todo el mundo. Este es un ejemplo de la evolución que experimentan las teorías cuando son aplicadas a la realidad.

lunes, 6 de agosto de 2012

BURNT OUT "Quemado por estrés laboral"

El síndrome del burnt out es lo que se denominaba en psicología laboral como fatiga laboral.
Herbert Freudenberger lo definió como estado de fatiga o frustración que aparece como resultado de la devoción a una causa, a un estilo de vida o a una relación que no produce las recompensas esperadas"(1974).
Hoy el cuadro se caracteriza por un estado de agotamiento intenso y persistente, pérdida de energía, baja motivación, extrema irritabilidad, que se expresa tanto en el medio laboral como familiar, enojo, aveces agresividad; desmoralización y desesperanza causados por problemas de trabajo. Otro síntoma es un distorsionado sentido del tiempo, a menudo causado por el deseo de hacer las cosas más rápido y una relación inversamente proporcional entre ansiedad y rendimiento.
El estrés puede contribuir a enfermedades físicas como: alta presión arterial, dermatitis, eczemas, úlceras y adicciones.

CÓMO ENFRENTAR LAS TENSIONES

Observar nuestras conductas cotidianas: llegadas tarde, licencias, ausencias frecuentes, no cumplir con los plazos establecidos de entregas, irritabilidad, intolerancia hacia los compañeros de trabajo.
Estar constantemente preocupado por el fracaso, tornarse indeciso,no organizar bien el tiempo personal, depender excesivamente de los demás, ser excesivamente crítico y desdeñoso con los demás. Silvia Baeza 2009.